La primera guerra mundial fue la primera que exigió a los gobiernos intervenir en la economía para lograr resolver cuestiones de envergadura relacionadas con la disponibilidad de los factores de producción y la necesidad de distribuirlos en un escenario caracterizado por deudas crecientes y diversificadas y por restricciones a la importación.
Producción: El accionar del Estado en relación a los procesos productivos se limitó al control de los mismos sin afectar los principios de la libre empresa. El principal problema para la producción fue el factor trabajo ya que la mano de obra estaba en reclutamiento. En consecuencia, las potencias en guerra recurrieron al trabajo femenino. En el sector agrario se incentivó la producción por todos los medios. Por ejemplo, Alemania obligó a cultivar las tierras comunales e Inglaterra estableció multas al terreno baldío. La producción industrial también experimento un importante crecimiento sobre todo la industria metalúrgica para la fabricación de armamento y la textil para la confección de uniformes.
Distribución e intercambios: Los problemas de distribución de materias primas y alimentos se fueron agudizando a medida que transcurría la guerra. Los bloqueos comerciales por parte de ambos bandos obligaron a cambiar las rutas de comercio con un correspondiente aumento de los fletas. A su vez, una economía de guerra obligó a las autoridades a fijar cupos de importación, fijar precios y crear organismos de distribución de alimentos. Hasta Inglaterra, quien había mantenido el libre comercio durante la crisis de 1873, debió realizar medidas proteccionistas como derechos arancelarios. Por otro lado, los problemas de transporte interno fueron serios, por ejemplo, el Estado alemán subordinó a las empresas ferroviarias para organizar la circulación.
Financiamiento: El conflicto armado significó para los Estados involucrados en él un aumento del gasto público lo que provocaba inflación. Las posibilidades de financiamiento de la guerra eran tres: emitir moneda, recaudar más impuestos y a través de empréstitos internos. Una cuarta opción era la financiación externa en el caso de Gran Bretaña y sus aliados. Alemania tenía la idea de que al final de una guerra victoriosa, los vencidos pagarían los costos. Por eso, en su mayoría, recurrió a empréstitos internos para financiarse. Francia compartía la misma noción de Alemania y pensaba que los vencidos pagarían los costos de guerra. Recurrió en gran medida al crédito exterior, emisión de bonos y empréstitos de guerra. Inglaterra por su parte, logró la autorización para emitir moneda de los límites establecidos por ley; aunque la mayor financiación la obtuvo a partir de reformas impositivas. Con respecto a la financiación exterior, Gran Bretaña inicialmente era el banquero de sus aliados debido a su posición privilegiada. A medida que avanzó el conflicto, encontró cada vez más dificultades para desempeñar ese papel por lo que empezó a recibir dinero de Estados Unidos. En consecuencia, el papel de gran acreedor pasó en manos de EE.UU.
Empresas: Las empresas beneficiadas con la guerra fueron una serie de nuevas industrias que proveían bienes y servicios al ejército. El crecimiento de la demanda bélica favoreció a su vez el perfeccionamiento de las técnicas de organización científica del trabajo, concentrándose el fenómeno de estandarización. A partir de ella, la fabricación de un gran número de artículos se redujo a un corto número de tipos normalizados para ser producidos en serie. Por otro lado, la guerra modificó de manera profunda las relaciones entregobierno, ciencia e industria. El Estado asumió la responsabilidad directa en la orientación de la actividad científica y la aplicación de esta en la industria. La guerra constituyó una etapa más en el proceso de concentración económica. La posición privilegiada que ostentaban las grandes empresas ya antes del conflicto les permitió ser beneficiarias preferenciales de los contratos estatales destinados al aprovisionamiento de las tropas, así también como créditos más baratos.
El resto del mundo: La guerra fue un importante factor en la expansión económica de algunos países situados fuera del escenario principal de los acontecimientos. Se abrieron perspectivas de exportación para cubrir una demanda distorsionada que permitía vender a precios altos, alimentos, materias primas, y productos industriales. Estados Unidos, al ser el único país industrializado fuera de Europa, abasteció la demanda de los que peleaban, de los países que antes compraban a Europa y de sus propias necesidades desde que entró en guerra en 1917. En América Latina, la guerra favoreció la expansión de la exportación de materias primas y alimentos que constituían la base de su participación en el mercado mundial. Por otro lado, el vacío generado por el retiro de capitales británicos en la región, permitió la posición de capitales privados estadounidenses. Japón, si bien estaba en guerra, su participación fue escasa, por lo que la actividad económica apenas se vio afectada. La base de la expansión japonesa fue la exportación de productos industriales hacia los lados asiáticos abandonados por los europeos.
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